
"¿Qué sentiste cuando te amenazaron con darte un tiro en la cabeza?", le pregunte a Ariel Sigler Amaya una mañana de diciembre del año 2003. "Sentí sueño", me dijo. "Se me aliviaron los dolores que tenía por la golpiza que me habían dado y pensé que me iba del aire sin volver a ver mi madre y sin conocer la libertad". Para leer artículo completo
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